“Durante un gélido invierno en Montreal, la
antropóloga forense Temperance
Brennan cava en el suelo helado buscando la tumba donde reposan
los restos de la hermana Elisabeth Nicolet, muerta hace más de un siglo, y hoy
candidata a la santidad. Un ataúd pequeño y extraño, enterrado en una vieja
iglesia quemada, encierra la primera pista del destino de la monja.”
Hasta aquí
la sinopsis que puede encontrarse en la web. Pero ese es sólo el inicio de la
novela. Mientras investiga la identidad del ataúd encontrado en la iglesia,
Brennan se ve envuelta en diferentes situaciones que, por absoluta magia
novelística, terminan conectadas al final. El exceso de coincidencias es propio
de este tipo de literatura, ni Agatha Christie se salvaba de hacer con que cada
detalle coincidiera. Lo que no me sorprendió para nada aunque reconozco que me
aburrí un poco esperando que se estableciera la ligazón entre tantos sucesos
desconectados. La verdad es que ningún lector de este tipo de novelas espera
escrupulosa verosimilitud o se dedicaría a leer otro tipo de libros. Lo demás,
es solamente una cuestión de preferencia.
Me sigue
gustando de Reichs la minuciosidad con que hace las descripciones forenses (la
de la metamorfosis que sufren los diferentes tipos de moscas que se alimentan
de un cadáver son impresionantes) y, sí, hay que reconocer que esta es una
novela bastante inferior comparada a la que leí anteriormente, Testigos del silencio, pero no me uno a
las críticas negativas que he visto en la web. Yo le hubiera recomendado a la
autora una mayor dedicación a la investigación de sectas, algo que sí me
pareció muy flojo. Se nota el esfuerzo que hace por justificar lo ocurrido al
final a través del diálogo de Brennan con el detective Ryan, en mi opinión, totalmente
prescindible. Como lo dije antes, me conformo
con que sea buena en lo que Reichs tiene de mejor: sus escrupulosas
descripciones forenses que en Patricia Cornwell, por ejemplo, me parecen más
superficiales y no me convencen.
O, tal
vez, lo que me esté sucediendo sea que, después de tantas novelas malas, me
estoy volviendo cada vez menos exigente con lo que leo… Algo que no me preocupa en lo más mínimo.
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