miércoles, 11 de abril de 2012

Crónicas de clase


365-7: Un día de esos

      Era un día de esos, tormentoso, caluroso y húmedo. Estar en el salón de clase implicaba sudar aún para los alumnos que permanecían sentados.

      Entro, arreglo mis útiles, ordeno a los muchachos (al que olvidó quitarse el gorro, al que olvidó el chupetín en la boca, al que olvidó sentarse…) y paso la lista. Enseguida me van llegando las quejas sobre el calor y pido a los alumnos que están sentados cerca de las ventanas que corran los vidrios. Para quien no lo sabe, nuestras ventanas tienen marcos de aluminio y vidrio, sin persianas, de unos dos metros por sesenta centímetros y hay que hacer algo de fuerza para abrirlas. Uno de mis alumnos más charlatanes, se encarga de la ventana que está más cerca de mí. Noto que otro profesor ya hizo que se cambiara de lugar y se sentara adelante.

      La ventana se escapa del canal por el que corre y cae hacia afuera. El muchacho la sujeta como puede y grita por ayuda. Exclamación general. Muy tranquilamente me subo al primer banco de la fila y tomo el lugar de mi alumno. El vidrio se ha quebrado en tres partes pero no ha salido del marco. Les indico a quién llamar y me quedo allí, esperando, con la ventana bien sujeta con ambas manos. Un grupo de muchachos se agolpa en la puerta para salir corriendo a ejecutar mi orden. “No más de dos”, atajo en buen tono. Salen dos varones. Recuerdo que se me olvidó decirles que no corrieran.

      Al rato, entran una adscripta y el secretario, que también se encarga de estos arreglos de emergencia. La adscripta me mira atónita. Pero nada puede hacerse desde adentro y el secretario debe salir y sujetar la ventana por el lado de afuera. Imposible sostener los dos metros por sesenta y algo de vidrio desde el interior.

      “Esto no está entre mis funciones”, bromeo. La adscripta me acompaña en una risa discreta. 

      Liberada del peso de la ventana, me bajo del banco y retomo la clase. Mis alumnos se han mantenido impecablemente atentos en sus bancos. Tuvimos suerte. No volvió a llover en toda la mañana. El muchacho que abría la ventana cuando ésta se cayó nunca se portó tan bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario