lunes, 26 de marzo de 2012

365 - 2: La enfermera que leía a Bradbury


      Trajo el suerito con el nombre de la medicación anotada en el envase, lo colgó en el soporte y buscó en el brazo del paciente.

-   ¿Dónde tiene el circuito? –me preguntó.

-   Se lo arrancó esta mañana.

-   ¡Ah! –tomó las demás cosas que traía en la mano y entonces lo vio sobre el sillón del acompañante, inmenso como un indigesto diccionario.

-   ¿Qué es? –se interesó.

-   Fantasía medieval –le dije. –Una guerra entre reinos.

   Dos días dentro de un hospital y se te van las ganas de ser elocuente.

-   ¿Te gusta leer?

Le hablé algo sobre mi trabajo. El uniforme de cuidadora no implica ausencia de otros intereses en la vida.

-   A mí me gusta Ray Bradbury –me dijo.

-   Están surgiendo nuevos escritores de fantasía y ciencia ficción que vale la pena leer –sugerí sin mucho ingenio, por ser amable, nada más. Podía sugerirle Orson Scott Card, o comentarle que prefiero a Asimov, pero lo dejé morir ahí.

-   ¿De verdad? Tendré que averiguar –y supe que no averiguaría nada-. A mí me gusta Ray Bradbury –repitió.

Dio media vuelta, recogió las cosas que había traído y se fue. No la vi hasta terminar su turno cuando fui a pedirle la medicación que tenía indicada mi paciente para aliviarle el dolor y le recordé que continuaba sin el circuito. Una mirada y comprendí que no iría ella, le pasaría “el clavo” a la que ingresara en el turno de la tarde.

La siguiente repitió un ritual semejante, sólo que ésta no tenía intereses literarios. La nurse fue la que zanjó el asunto, una hora después y en su segunda venida.

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