lunes, 2 de enero de 2012

Sobre La senda oscura de Åsa Larsson

    Rebecca Martinsson vuelve a vivir en la casa de su abuela en Kiruna mientras se recupera de un trastorno siquiátrico originado por la pérdida de su amigo asesinado en un episodio que casi le cuesta la vida también. Acepta un trabajo como fiscal de distrito hasta que Anna-María Mella, la inspectora jefe, le pide ayuda en una investigación sobre el asesinato de Inna Wattrang, jefa de información de Mauri Kallis, dueño de una importante compañía minera, Kallis Mining. Hay continuos saltos en el tiempo: a la infancia de Rebecca, a la de Mauri Kallis, a la de su hermana Ester… No resultan pesados, cumplen su función: humanizan y dan vida a los personajes. Me paso toda la novela esperando a que intenten asesinar de nuevo a Rebecca Martinsson, como en las dos novelas anteriores. El giro romántico es inesperado pero no impropio. Admiro más a Åsa Larsson  por no colocar toda la carga de la acción sobre su protagonista. Ya tendrá oportunidades: planea escribir tres novelas más sobre ella. Es que ahora todo tiene que venir en serie, lo sabemos. Igual me gusta Ana-María Mella, madre de cuatro hijos, tan obstinada, tan humana… y su compañero, Sven-Eric Stanacke, con su inusual bigote a lo Hercule Poirot, y su gato muerto… La senda oscura carece del lirismo de Sangre derramada, pero mi impresión puede deberse a que me enamoré de la primera que compré y me dura el enamoramiento. También me gusta el paisaje, la nieve que cubre hasta la mitad del cuerpo, eso tan europeo, tan alejado de nuestra realidad. Es uno de esos escritores que logra plasmar de forma tan realista la humanidad de sus personajes que hace que los lectores nos encariñemos con sus particularidades. Ese es el cimiento de sus novelas. Si quieren conocer cómo construye el resto de la casa, les recomiendo leerlas.






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