El primer capítulo de esta novela
autobiográfica de la gran escritora y periodista italiana Oriana Fallaci
se inicia cuando su hermana de cinco años le pregunta qué es la vida, y ella se
encuentra con que todas las respuestas que le puede dar son insatisfactorias.
Era el mes de noviembre del año 1967 y la autora se iba a Vietnam como corresponsal de guerra pensando que podía encontrar una respuesta para su hermana pero también para sí misma. Nada y así sea es la plegaria que nace fruto de la desesperación y la impotencia que siente durante esa búsqueda. La búsqueda de la autora por encontrar el significado de la vida y desentrañar la naturaleza humana. Escrito con una crudeza y un lirismo que resultan desgarradores, en “…este planeta donde los hombres hacen milagros para salvar a un moribundo y las criaturas sanas los matan a cien, mil, un millón cada vez”, es poco lo que una periodista y escritora puede hacer cuando se encuentra ante la dura realidad de la guerra. Pero lo que puede, dejar su testimonio escrito en las voces de las personas implicadas directamente con los hechos históricos que relata, lo hace y lo hace magníficamente. Las respuestas llegarán. No durante su estadía en Vietnam, sino después de los sucesos del 2 de octubre en México donde había ido también como corresponsal de guerra y en los que saldrá herida por una ráfaga de ametralladora.
Pero no
esperen respuestas fáciles ni simplistas porque no existen. Oriana es la escritora, la periodista, pero por sobre todo una persona viviendo una de las experiencias más terribles a las que puede enfrentarse un ser humano. Era el mes de noviembre del año 1967 y la autora se iba a Vietnam como corresponsal de guerra pensando que podía encontrar una respuesta para su hermana pero también para sí misma. Nada y así sea es la plegaria que nace fruto de la desesperación y la impotencia que siente durante esa búsqueda. La búsqueda de la autora por encontrar el significado de la vida y desentrañar la naturaleza humana. Escrito con una crudeza y un lirismo que resultan desgarradores, en “…este planeta donde los hombres hacen milagros para salvar a un moribundo y las criaturas sanas los matan a cien, mil, un millón cada vez”, es poco lo que una periodista y escritora puede hacer cuando se encuentra ante la dura realidad de la guerra. Pero lo que puede, dejar su testimonio escrito en las voces de las personas implicadas directamente con los hechos históricos que relata, lo hace y lo hace magníficamente. Las respuestas llegarán. No durante su estadía en Vietnam, sino después de los sucesos del 2 de octubre en México donde había ido también como corresponsal de guerra y en los que saldrá herida por una ráfaga de ametralladora.
Oriana Fallaci falleció de cáncer de pulmón en 2006 a los 77 años de
edad.
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