Cuando escribo
me quito los ojos
y los sostengo en mis manos.
Los obligo a girar en redondo
a observar lo que,
estáticos en su posición habitual dentro de mi cráneo,
no pueden ver.
Y cuando los devuelvo a su lugar,
(ahítos de visiones ellos,
yo de la bendita ceguera),
estamos, (ellos) preparados para contar,
yo, para escuchar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario