que impregna mis huesos
y se destila de a poco
como veneno que gotea
en la sangre.
No quieras vestir mis pies
porque no son ropa,
ni ver por mis ojos
ni usar mis manos.
Mis huesos son míos,
mi dolor también.
Tú hazte cargo del tuyo
que has creado
y desconoces. Aquí nos damos
la mano y conversamos
y lo decidimos: nos
iremos juntos.
5 de agosto de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario