jueves, 17 de mayo de 2012

365-10: La llavecita dorada


      Era un 26 de diciembre y el momento en que los niños mostrábamos, orgullosos, nuestros regalos de navidad. A mí me habían dejado una cadenita con una llavecita dorada guardada en una cajita blanca de la que estaba enamorada. No acostumbrábamos a recibir objetos tan bonitos de regalo. Así que me la puse y salí a presumirla con mi mejor amiga por el barrio.

      Nuestro paseo consistía en caminar hasta el final de la cuadra y volver, y así repetidamente. Era un barrio situado en la periferia con muchos solares deshabitados y las casas quedaban muy apartadas unas de las otras. En una de nuestras vueltas nos encontramos con la tía de mi amiga que vivía casa por medio a la mía.

      Ya no recuerdo su nombre pero ella era la bruja del barrio. Ella y su marido. Una mujer de estatura promedio, más bien delgada, de mirada aguda y cabello lacio y negro. Los viernes era posible escuchar durante la madrugada los ensordecedores tamboriles de sus sesiones semanales de espiritismo. Ella me “benció”* cuando tuve “la paletilla caída”** y a ellos recurríamos de vez en cuando para que trataran algún mal que los doctores no sabían curar.

      Se detuvo, nos saludó y se fijó en mi cadenita.

      -¡Qué bonita! –dijo, y la tomó brevemente entre los dedos.

      Al día siguiente, cuando fui a ponérmela, encontré la llave partida limpiamente a la mitad. La pena fue inmensa. No pude explicarme cómo podía haberse quebrado si había permanecido guardada en la cajita blanca. Cuando le conté lo que me había sucedido a mi amiga, dijo tajante: “Fue mi tía. Le echó mal de ojo. Le echó mal de ojo cuando la tocó.” Siempre escuchaba a la abuela quejarse de las visitas que le echaban mal de ojo a sus plantas y se las secaban pero no sabía mucho más del asunto. Y mi amiga me explicó cómo funcionaba ese proceso mágico, el poder de la envidia y la fuerza en la mirada de la persona que lo practica.



* Palabra del DPU (Dialectos Portugueses del Uruguay). Del portugués, benzedura, bendición que se cree tiene poderes curativos.
** Expresión que da nombre a una enfermedad no aceptada por la medicina y que podría consistir en la caída del esternón, aunque algunos apuntan otras causas igualmente imprecisas. Se cura con rezos y simpatías realizadas o indicadas por una curandera experiente.

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