La espero por las noches
cuando los ruidos de la ciudad
menguan y lo externo a mí
poco a poco desaparece.
Espero que el silencio
venga a hacerme compañía,
hago el recuento del día y
de mi vida, desaparezco
y me escucho. Ordeno las palabras
perdidas y levanto las desperdiciadas.
Y hago que ellas me hablen
a la vez que hablan por mí.
Y todas las noches
invito a Morfeo a sumarse
a mi panteón y le hago una plegaria
para que me honre con su visita.
La conciencia es mi maldición.
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